ESTADOS UNIDOS, Whashington D.C., 05 de Noviembre de 2024 (GPA). Después de las contiendas más reñidas y trascendentales de la historia de Estados Unidos, finalmente ha llegado el día de las elecciones con decenas de millones de votantes preparados para acudir a las urnas este “super martes”.
La actual vicepresidenta del país y candidata demócrata, Kamala Harris, de 60 años y su oponente republicano, Donald Trump, de 78, han protagonizado una campaña electoral muy reñida, donde las diferencias entre ambos en los resultados de las encuestas de opinión apenas se han movido en varias semanas.
Las encuestas recientes en los siete estados clave de Pensilvania, Arizona, Carolina del Norte, Nevada, Georgia, Michigan y Wisconsin, no han podido dirimir un claro ganador entre Harris o Trump, aunque la tradición electoral norteamericana ha demostrado que quien gane en el estado de Pensilvania logrará probablemente una ventaja.
“Si ganamos en Pensilvania, ganaremos todo el asunto”, manifestó Trump en su última concentración electoral en la ciudad de Reading, en el sureste del estado de Pensilvania. Mientras que Harris permaneció en el último día de campaña en Pensilvania, para terminar en Filadelfia.
Hasta ayer lunes se han emitido más de 78 millones de votos anticipados, de los 239 millones de personas habilitadas para votar en las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos. Votar no es obligatorio en Estados Unidos, el sistema electoral estadounidense permite que los ciudadanos decidan si desean participar. Esto significa que aquellos que eligen no votar no están sujetos a multas ni penalizaciones.
Las dos cartas fuertes en las papeletas de Estados Unidos son el expresidente Donald Trump, del Partido Republicano, y la actual vicepresidenta Kamala Harris, quien es parte de los demócratas. Sin embargo existen más candidatos, entre ellos, el Libertario Oliver Chase, acompañado en su formula por Mike ter Maat; de Verde, Stein Jill y su acompañante de formula, Ware Butch.
Es precisamente en ese contexto donde las personas inmigrantes han cobrado relevancia, mal que mal han sido uno de los puntos relevantes de los discursos en durante las campañas electorales. En cifras, y según Pew Research, Estados Unidos alberga una quinta parte de los migrantes del mundo, provenientes de casi todas las naciones.
Según el centro de investigaciones antes citado, la población foránea llegó a 47.9 millones en 2023, 16 millones más si se compara con 2022. En porcentaje, estos representan el 14,3% del total de habitantes.
La elección pone fin a una campaña electoral notable y en muchos sentidos sin precedentes que ha dividido profundamente a la sociedad estadounidense y aumentado los niveles de estrés de muchos de sus ciudadanos en medio de advertencias de malestar civil, especialmente en un escenario en el que Harris gana y Trump impugna el resultado.
Harris ha centrado constantemente su campaña en la amenaza autocrática que representa Trump. En su último gran acto, Harris organizó un mitin de 75.000 seguidores en la Elipse de Washington , el lugar donde Trump ayudó a alentar a sus seguidores a atacar el Capitolio el 6 de enero de 2021.
“El primer día, si es elegido, Donald Trump entrará en esa oficina con una lista de enemigos. Cuando sea elegida, entraré con una lista de tareas pendientes llena de prioridades sobre lo que haré por el pueblo estadounidense”, dijo Harris a la multitud.
La campaña de Harris ha intentado representar un cambio de página en la era Trump y la amenaza de su regreso a la Casa Blanca. Ella ha reconocido que llamar fascista a Trump es un reflejo justo de sus creencias políticas y las intenciones de su movimiento, al tiempo que ha insistido en que ella representa una opción que beneficiará a todos los sectores del profundamente fracturado panorama político de Estados Unidos.
Mientras tanto, Trump ha llevado adelante una campaña alimentada por un profundo sentimiento de agravio , tanto personal, por sus problemas legales, como por la percepción entre muchos de sus partidarios de un Estados Unidos enfermo y amenazado por los demócratas.
Ese sentimiento de victimización ha sido alimentado por mentiras y teorías conspirativas que han retratado sin fundamento a Biden y Harris como figuras de extrema izquierda que han arruinado la economía estadounidense con una alta inflación y una obsesión por la política de identidades.
Trump también ha puesto la inmigración y la seguridad fronteriza en el centro de su discurso de campaña, pintando un panorama de Estados Unidos invadido por la delincuencia causada por la inmigración ilegal que a menudo ha derivado en racismo y alarmismo. Se ha referido a los inmigrantes indocumentados como “animales” con “malos genes” que están “envenenando la sangre de nuestro país”.
Las enormes divisiones entre las dos campañas y el lenguaje empleado por los candidatos –especialmente Trump y sus aliados– han generado temores generalizados de violencia o disturbios durante el día de la votación y, especialmente, mientras continúa el recuento. En el período previo a la jornada electoral, las urnas utilizadas para la votación anticipada fueron destruidas en varios estados de Estados Unidos.
Al mismo tiempo, sin embargo, el propio Trump fue objeto de dos intentos de asesinato durante la campaña. En un mitin en Pensilvania, la bala de un asesino le rozó la oreja y en un campo de golf en Florida, un hombre armado acechaba una emboscada, pero un agente del Servicio Secreto con ojo de águila frustró sus planes antes de que pudiera abrir fuego. Ninguno de los dos tiradores parecía tener una motivación política coherente ni estar definitivamente alineado con uno u otro bando.
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